Se acusa a esta joven de los siguientes cargos:
De enamorarme con nocturnidad y alevosía
de apuñalar mil veces mi corazón
de quemar dos mil besos en el aire
como carabelas que se hunden antes de zarpar.
De convertirme en descubridor de una tierra
de la que jamás supe qué era, pues ella,
todo misterio
mirada felina,
lo ocultó tras sus montañas.
De hacerme escalar nieves perpetuas, de helarme el
alma sin dejarme caer.
De hacer de su belleza una cárcel de cristal,
irrompible, glacial, a la vez que superflúa.
De ser juez y testigo de un proceso
sin más culpables que la ilusión.
De quebrar el destino de un amor
que ella, en su infinita sabiduría y crueldad,
nunca llegó a consumar.
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