domingo, 18 de noviembre de 2012

Iuris et de iure


Se acusa a esta joven de los siguientes cargos:


De enamorarme con nocturnidad y alevosía

de apuñalar mil veces mi corazón

de quemar dos mil besos en el aire

como carabelas que se hunden antes de zarpar.


De convertirme en descubridor de una tierra

de la que jamás supe qué era, pues ella,

todo misterio

mirada felina,

lo ocultó tras sus montañas.


De hacerme escalar nieves perpetuas, de helarme el

alma sin dejarme caer.


De hacer de su belleza una cárcel de cristal,

irrompible, glacial, a la vez que superflúa.


De ser juez y testigo de un proceso

sin más culpables que la ilusión.


De quebrar el destino de un amor

que ella, en su infinita sabiduría y crueldad,

nunca llegó a consumar.






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